Devocional
viernes, 8 de agosto de 2025
lunes, 4 de agosto de 2025
domingo, 27 de julio de 2025
El Juicio de Dios
Tema: El juicio de Dios.
Titulado: ¿Por qué Dios tiene que hacerme juicio?
Mensaje: ¡Si las personas, familias y naciones respetan su ley! ¿Por qué no respetan la ley de Dios que los creó?
Texto: “Y de
la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio.” Heb 9:27.
Comenzaremos
diciéndoles:
Que el tiempo es corto, sin
embargo, estamos viviendo, sin importarnos el tiempo ni que la vida tiene un
límite. Porque en cualquier momento morimos inevitablemente. Cada día que amanecemos con vida, debemos
darle gracias a Dios, por un día más de vida. Pero el orden divino no cambia:
Tanto el ser humano como todo lo creado, nace, se desarrolla, crece, se
reproduce y muere. Dios estableció ese ritmo universal. Así comprendió la
revelación de la escritura el apóstol Pablo cuando dijo: “Y de la manera que está
establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el
juicio.” Heb 9:27.
Por
estas razones comprendemos, por tanto, que:
2.
La
vida es incierta.
3.
El
juicio es real.
¿Porqué?
1.
Porque
todos morimos irremediablemente.
2.
Porque
no sabemos cuándo morimos, y qué sucederá después de la muerte.
3.
Dios
es justo, actúa con justicia, y estableció leyes, que rigen al Universo. De igual forma
rigen la vida del hombre.
¿Cómo
es esto?
1. El hombre no vive
permanentemente en un tubo de ensayos. Vive porque nació una sola vez, muere
una sola vez, porque se le fue la vida. Nadie ha regresado de la muerte
reencarnado en otra persona, mucho menos en un animal, que no habla. No hay
escenas repetitivas, todas son únicas. La evolución es incierta, no hay marcas en el cuerpo del
rabo de animales. No hay células más grandes que otras, las mismas permanecen iguales en el cuerpo humano. No hay chispa que
traiga a la gente a la vida, mucho menos a la
muerte.
2. Si las leyes establecidas
en el Universo se distorsionan, o dejan de funcionar, habrá un caos cósmico. Y si el hombre en la tierra y en el
mundo dejara de cumplir sus leyes, habrá un caos en la sociedad, como base
fundamental de la familia, aumentaría la violencia, porque las intenciones del
hombre continuamente piensan el mal. No
habría justicia, y el que se porta justamente, se involucra en el mal.
Concluimos
diciendo:
Que, dada la importancia, de
que el Universo está regido por leyes. Dios también, estableció leyes, para
regir la vida del hombre sobre la tierra. Las leyes no benefician como tal a
Dios. Benefician la vida del hombre en el planeta tierra. Sin ellas la vida sería un
caos.
Aplicándolo
a nuestras vidas:
No importa la riqueza,
fama o fe: todos pasamos por la muerte. Es el único evento por el que pasa el
ser humano, sin que él pueda hacer algo. De
igual forma muere un feto, un bebé, un niño, que un adulto o un viejo. Negar o esquivar la muerte no la detiene. La Biblia lo
llama “establecido” algo que sucederá. Es inevitable, precisamente porque el
primer hombre Adán, no obedeció una palabra que era ley establecida por Dios,
para el primer hombre. Todos morimos.
Reflexionemos en esto:
La muerte es inevitable. La vida es
incierta. El juicio es real.
Ahora, ¿qué culpa tengo yo de que Adán
haya pecado? Y por eso todos morimos. Ninguna, pero estás en un cuerpo de
muerte, generado por este primer hombre.
Por esta misma
razón, Dios establece su pacto. Pacto que fue renovado reiteradas veces. Para
devolver al hombre esta vida perdida, por la desobediencia a su palabra. Y
volver a darle vida. Pero constantemente transgredieron su pacto. Y no
cumplieron su ley. Por eso, a pesar de no cumplir su ley. Últimamente hizo
pacto con su Hijo. Pacto irrevocable. Porque habían roto todas las veces su
pacto hecho anteriormente.
Por eso, el único motivo de
peso de Dios hacer Juicio, es por romper Israel y Judá su pacto, y a las
naciones por transgredir su ley. Porque si las personas, familias y las
naciones respetan su ley. ¿Porqué, no respetan la ley de Dios? Y todo enfoque
profético es de acuerdo al pacto y su obediencia o su transgresión.
En este último pacto que Dios
hizo con su Hijo, con su cuerpo y su sangre, la de Jesús. Exige creer en la
obra que hizo su Hijo. Como único requisito de no hacer juicio al hombre. Ya
que este ha roto su pacto de la ley. Y su hijo la cumplió. Para devolver la
vida perdida, por desobediencia a su palabra y a su ley.
¿Estás
dispuesto a aceptar, a cumplir lo establecido por Dios, en su voluntad? ¿De que
el juicio lo pasó su Hijo y no tu? ¿Para
librarte de la muerte eterna y darte la vida?
Oremos:
Señor, perdóname por haber transgredido tus leyes, acepto que la obra que hizo tu Hijo para librarme de la muerte,
es el único requisito agradable a ti, que tú me exige, en creer en él. Para que
yo no pase por el juicio, después de la muerte, y tú me des la vida eterna en
Jesús tu Hijo.
sábado, 19 de julio de 2025
Mi hno. Y el propósito de Dios
Tema: El juicio que hace
Dios a Edom
Título: Hermanos de sangre,
hermanos de propósito.
Mensaje: “Por haber
injuriado a tu hermano Jacob, Edom serás avergonzado”
Texto: Abdías 1:10
El juicio pronunciado contra
Edom, fue una denuncia profunda contra un corazón que injurió a su propio
hermano, no solo de sangre, sino de propósito. Edom e Israel provenían de un
mismo linaje, ambos con un llamado Divino: formar parte del plan de Dios para
levantar una nación santa y preparar el camino para que de su generación
viniese Su Hijo y Su Reino.
El libro de Abdías relata
con profundidad todo este juicio a Edom. Y las razones que expone son las
siguiente:
1. Por la injuria a
Jacob.
a. 1:10 Por haber injuriado a tu hermano
Jacob, serás avergonzado, y dejarás de existir para siempre. Ez 35:12
2. Por haberse portado como sus opresores.
a. 1:11 En el tiempo que entraban por sus
puertas, echaban suerte sobre Jerusalén, para quedarse con sus bienes, cuando
extraños se llevaban cautivos a su ejército. A pesar de tu estar delante de
Jerusalén, y poder ayudarlos, tú también te portabas como uno de ellos.
3. Por no ayudar a su hermano en su
calamidad.
a. 1:12 Puesto que tú no debiste haber
estado mirando en el día del infortunio de tu hermano, ni debiste haberte
alegrado de los hijos de Judá, en ese día en que se perdieron, ni debiste
haberte jactado en el día de la angustia sobre ellos.
b. 1:13 No debiste haber entrado por la
puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber
mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber agarrado sus bienes en el día
de su calamidad.
4. Por matar a los que escapaban del
exilio.
a. 1:14 Tampoco debiste haberte parado en
las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber
entregado a los que quedaban en el día de su angustia.
“La generación de Edom por su mal proceder
con los hijos de Jacob. 10; Jer 49:7-22; Sal 137:7. Pasaron por el juicio de
Dios. Dios levanta a todas las naciones para luchar contra Edom. Edom quedó
destruida totalmente en última instancia en el primer siglo, en el Imperio
Romano, dejando de ser pueblo.
A Edom se le hizo su primer juicio, cuando
se les hizo a las naciones, después del exilio de Judá.
Luego
en el año 400 a de C. los nabateos, desplazaron a los edomitas de sus tierras.
En el tiempo de los asmoneos, después de la revuelta macabea, los echaron de
sus tierras y lo obligaron a ser judíos. Por último, la desaparición de Edom como nación y como
pueblo es uno de los cumplimientos más claros y completos de una profecía bíblica. Abdías, Jeremías, Ezequiel y otros profetas anunciaron su juicio,
y la historia lo confirmó. Ez 35:3-9. Herodes el grande era de la ciudad
Idumea, y en la destrucción de Jerusalén, desaparece Idumea. El territorio
donde habitaban los Edomitas.
Entre
tanto todo el juicio hecho a Edom, se resume en el mal trato que les dieron a
sus hermanos. En resumen Abdías lo proclama así:
1.
No ayudarle en
el infortunio de Jacob.
2.
Eras como uno de sus enemigos, en el día de su infortunio.
3.
Mirabas la desgracia de hermano y no le ayudaste.
4.
Más bien te alegras de que tu hermano quedó en ruina.
5.
De paso te jactas de no ser tú el que se perdía y de ser afortunado.
6.
Por sus puertas entraste y agarraste sus bienes en el día de su ruina.
7.
Al que escapaba del exilio, en la encrucijada lo acechas para matarlo.
8.
De igual forma al que quedaba lo entregaste en el día de su angustia.
9.
Por toda la injuria levantada a tus hermanos.
“Todo este juicio que se le hace a Edom, es
una prueba clara de cómo será el juicio de Dios con respecto al trato que se le
da a su hno. En este caso de sangre. También eran hermanos por el mismo
propósito que Dios tenía con ellos de hacer una gran Nación para su Hijo, para
su reino. Así que no solo eran hermanos de sangre sino de propósito. Parecido a
la iglesia de Jesucristo actualmente. Dios ya no juzgará por un juicio de
condenación a los que han creído en él, sin embargo, si por un Juicio de méritos.
En todo caso al hacer todos estos actos que hizo Edom se niega, que algún
momento haya creído o confiado en Dios”
Porque, Edom eligió el
orgullo, la ambición y el desprecio. Y lo que Dios revela en Abdías, Ezequiel y
Jeremías es claro: Dios observa cómo tratamos a nuestros hermanos, porque la
comunión entre nosotros refleja nuestra relación con Él.
La iglesia de Jesucristo hoy
también comparte esa doble hermandad: unidos por la fe y por la misión. Dios no
juzga con condenación a quienes han creído, pero sí los evalúa en un juicio de
méritos, examinando cómo han tratado a los demás con justicia, humildad y
compasión.
Cuando
negamos al hermano, traicionamos también el propósito de Dios. Así como Edom
quedó sin lugar, también nosotros corremos el riesgo de perder la recompensa si
vivimos con un corazón endurecido.
Reflexión. Piensa hoy: ¿cómo estás tratando a
tus hermanos en la fe? ¿Estás fortaleciendo el propósito de Dios en tu vida y
en la comunidad? El juicio no solo revela castigo, sino también una oportunidad
para arrepentirse y volver al diseño divino.
Oración “Señor, líbrame de la soberbia que me
hace mirar con indiferencia a mi hermano. Ayúdame a honrar el propósito que
compartimos en Jesús tu Hijo, con misericordia, unidad y obediencia. Que mi
vida sea fiel al llamado que Tú me diste, y que refleje tu amor en cada acción.
Amén.”
lunes, 7 de julio de 2025
La Duda
Tema:
La duda.
Título:
“El género de la incredulidad”
Tema central:
Venciendo la
incredulidad.
Mensaje:
La falta de fe nos impide
seguir en el camino.
Texto:
Marcos 9:29
La incredulidad no se vence
por métodos, sino a través de una comunión profunda y personal con Dios. Un
medio sería la oración y el ayuno. Para que puedas comunicarte doblegando tus
deseos, y entregándoles a Dios. ¿Alguna vez has estado en una situación donde
tenías el respaldo de Dios, pero dudaste? En Marcos 9:29, Jesús no habla del
demonio que no sale, sino de la incredulidad que impide que actuemos con la
autoridad que Él ya nos ha dado.
En
este sentido, según el verso que acabamos de leer, acotamos que los discípulos
tenían la autoridad que Jesús ya les había delegado sobre los demonios, según
Mateo 10;1. Sin embargo, ante la presencia del joven atormentado, dudaron.
Cuando Jesús les dice “este género no sale sino con oración y ayuno” se refiere
a la incredulidad. La oración y el ayuno a que se refiere el Señor, es expulsar
la duda de su corazón.
Por las siguientes razones debemos creer en Jesús sin dudar.
1.
Él te ha llamado.
2.
Ya tienes la autoridad
delegada por Dios.
3.
Eres su embajador en la
tierra.
4.
Ejercemos la autoridad, el
carácter, el poder de Jesús en su presencia.
¿Por qué en algunas ocasiones me falla la fe?
- Si soy llamado a ejercer el carácter,
la autoridad está en el poder de Jesús, en el poder de su Espíritu Santo.
- Estoy
viviendo una fe que descansa en la autoridad, el carácter y poder que
Jesús ya me ha entregado
- ¿Porque
estoy dudando, que debo cambiar, cuáles áreas de mi vida necesitan más
comunión con Jesús? Acaso dudo del llamado que me ha hecho ser igual a él,
a hacer lo que él hizo. Lo que me ha ordenado hacer.
- ¿Estoy
dejando que la duda me domine, y no que me domine la confianza absoluta en
Jesús y su poder sobre los demonios?
En consecuencia:
Así como les pasó a sus
discípulos que no pudieron expulsar el demonio. Puede ocurrir en algunos
momentos de nuestra vida.
Porque.
Así como Jesús les dice a sus discípulos que no pudieron expulsar el demonio por su poca fe.
En Mateo 17:20. Ahora les digo, que ese género de falta de fe o incredulidad no
sale sino con oración y ayuno. Es para doblegar su espíritu al de Dios y
recibir la confianza que necesitan en Dios. Santiago el hno., de Jesús, nos
dice el que está falto de fe pida, y lo recibirá.
En otras palabras: el problema no era el demonio
como tal, sino el estado espiritual de los
discípulos,
y Jesús les está enseñando que a través de doblegarse sometiendo su vida a
ayuno y oración, el concederá la fe en él, para poder ejecutar la autoridad que
él les ha delegado en su presencia. En algunos momentos hay que pedir a Dios
que nos ayude en la fe.
Jesús estaba allí, presente. La autoridad sobre
los espíritus malignos ya había sido dada a los discípulos. Sin embargo, fallaron por falta de fe,
no porque el demonio fuera “especialmente resistente” que solo sale con ayuno y
oración. Porque no vemos a Jesús orando y ayunando por esto. Jesús ejercía la
autoridad que tenía en el poder de su Espíritu Santo. Así que no los indica.
Entonces, cuando Jesús dice “este género no sale
sino con oración y ayuno”, está refiriéndose a la incredulidad, la dependencia humana de confiar en Dios, la falta de
comunión con el Padre, en cuanto a creer en la
autoridad ejercida por su Hijo Jesús.
Porque
el demonio o la entidad, no sale con oración y ayuno, sino con la fe de saber
que en la presencia de Jesús que estaba con ellos, estando Jesús en la escena,
solo con su autoridad, poder y carácter sale. Ellos estaban allí con Jesús. Y
no creían.
Jesús
nunca tuvo que ayunar para expulsar demonios, su autoridad estaba clara.
La oración y el ayuno no eran herramientas
mágicas, sino una forma de doblegarse a Dios sin dudar.
En ese sentido, el “género” que necesita salir no
es el demonio, sino la incredulidad arraigada que impide a los discípulos
actuar con fe.
Concluimos
que a ellos les faltó creer en esa autoridad que ya Jesús les había delegado, y
no la ejercieron en fe. sino que dudaron. “La autoridad ya les había sido dada,
pero no la ejercieron en fe; dudaron.” Es lo que se conoce con el
Rema de la palabra. Decir una palabra en fe. El demonio no sale por la palabra.
Sino que tu ejerces fe, al creer en esa palabra. Es decir: La orden es, en su
nombre echarán fuera demonios. Estando presente Jesús en medio de nosotros.
Porque donde están dos o más él está presente. En su autoridad, en su carácter,
en su poder, los demonios se van. Están bajo sus pies. Efesios 1:2.
Otro ejemplo: Un médico con las herramientas correctas frente a un paciente, pero sin seguridad en su diagnóstico, no conoce qué instrumentos utilizar, no actúa con eficacia. Lo mismo ocurre con la vida espiritual. Si no ejercemos la fe en la autoridad, carácter, y poder de Jesús presente con su Espíritu Santo no lo lograremos.
1.
El llamado de Dios se ejerce
creyendo en la fe.
2.
Los demonios solo saldrán
creyendo en la autoridad, el carácter y poder de Jesús sobre ellos. Están bajo
sus pies. Ellos no tienen autoridad ni sobre ti, ni sobre las personas, porque
la autoridad de Jesús está en ti.
3.
Ejerce esa autoridad, creyendo
que él está presente a tu lado, para hacerlo hoy, como lo hizo con sus
discípulos.
4.
Tú tienes la autoridad
ejercerá en fe.
Oremos “Señor, no quiero caminar
bajo la incredulidad, siendo que Tú ya me has dado. Tu eres mi luz. Ayúdame a
vivir una fe activa, fortalece mi fe, ayuda a mi fe, aumenta mi fe. Señor
Jesús, reconozco que a veces tengo la palabra, la promesa y la autoridad, pero
me falta la fe para activar esa fe. Líbrame de la incredulidad que me impide
ver tu poder y confiar en ti. Fortalece mi fe. Hazte presente cada vez que
clame a ti. En el nombre de Jesús, amén.
martes, 1 de julio de 2025
martes, 24 de junio de 2025
El llamado de Dios.
El llamado de Dios.
Existen varios llamados de Dios.
¡Cuál es el momento que vives en tu llamado!
Según Apocalipsis 17, 14. Nos habla del fin del
llamado de Dios. Nos dice: Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los
vencerá. Porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él
son llamados, elegidos y fieles. Pongan atención a lo que dice este verso del
apocalipsis. Llamados, elegidos y fieles.
Cuando sentimos un ardiente fervor por la palabra
de Jesús. Y nos acordamos que Él nos condujo a aceptar su amor. Ese amor
incomparable, incomprensible, persistente en nuestro corazón. Y por más tiempo
que pase, ese amor crece aún más. Nos hace necesitarlo. Y llega el momento de
decirle aquí estoy Señor Jesús. ¿Qué quieres de mí?
El llamado de Dios es de suma importancia. Por eso nos
admiramos al decir: ¡Cuál es el momento que vives en tu llamado! Por las
siguientes razones debemos conocer los llamados de Dios. Y preguntarnos:
¿Para qué nos llama Dios?
Según la palabra de Dios:
Primero: Para salvarnos.
Segundo: Para ser semejante a él.
Tercero: Para que seamos sus embajadores aquí en
la tierra.
Cuarto: Para pelear una batalla.
Quinto: Para que estemos en su reino con él.
En resumidas cuentas:
¿Cuáles son los llamados de Dios?
Nos llama a ser salvos a través de él.
Nos llama a ser semejante a él.
Nos llama a ser sus embajadores.
Somos llamados a pelear una batalla
constantemente contra el mal.
Nos llama a que estemos con él en su reino.
¿Cómo sabemos si somos llamados por Jesús?
Debemos
nacer de nuevo. Debe haber un cambio, una transformación constantemente en
nuestra mente y corazón.
El
propósito principal, que Dios tiene es ser guiado por su Espíritu Santo
constantemente, para que seamos como él.
Cuando
sentimos el deseo de participar como colaboradores de su reino, debemos saber
que somos sus embajadores aquí en la tierra.
Constantemente
experimentamos una batalla contra el mal. Somos ejercitados para pelear una
batalla final. Somos la sal y la luz de la tierra. Estamos invitados a
conservar y preservar el mundo. Según nos anunció Jesús.
Por
todo lo antes mencionado, somos hijos de Dios, y estamos llamados a participar
con él en su reino.
¿En qué momento nos encontramos nosotros entre
estos llamados?
¡Cuál es el momento que vives en tu llamado!
Existe un tiempo del llamado a seguirle. Cuando
aceptamos a Jesús como salvador, somos llamados a seguirle, este es el primer
llamado. En el cual, podemos pasar poco o mucho tiempo, hasta que logramos
comprender, cómo nos salvó y que es él, es el único que nos puede salvar. No
hay otro camino, no hay otra forma. No hay para donde agarrar. Estamos
convencidos que Jesús es la justicia de Dios, nos ha salvado del juicio de
Dios. Nos ha convencido de pecado, justicia y juicio. Juan 16:8.
Existe un tiempo del llamado a ser semejante a
él. El segundo llamado es adquirir el carácter de Cristo. También podemos pasar
poco y muchos años en esto. Dios quiere que seamos semejantes a él. Según nos
dice: Primera de Juan 3,2. Para esto recibimos la guía de su Espíritu
Santo.
Hay un tiempo en el llamado a conocerle. Aquí nos está llamando a ser colaboradores, a participar en sus propósitos, para que seamos sus embajadores. Hay un momento de preparación. En el conocimiento de Dios. Si resistimos al Espíritu. Dios lo hace constantemente hasta que comprendemos que este llamado es de Dios. Cada quien sabe cómo lo guía Dios. En su multiforme manera de realizar las cosas, él insiste. Pero tú tienes una participación. Debes buscar su conocimiento.
¿Cómo lo hace Dios para que lo comprendas? Coloca un sentimiento en tu mente. Lo que constantemente piensas hacer, investigas, estudias, indagas de Dios. Lo que se te ocurre, lo que te preguntas, lo que te gusta leer en la Biblia. Lo que te sucede y no superas. O lo superas con su ayuda. Eso es, por allí es donde Dios te guía. Puede ser que te lo confirme a través de un profeta. O a través de ti mismo si te ha llamado a ser profeta. Pero no sucede igual a todos. En esta preparación, hay una estrecha relación con el estudio sistemático de la Biblia. Debes leer constantemente la Biblia. Debe haber un ordenamiento al ministerio y debes ejercitarte en el Ministerio.
Esta etapa es de suma importancia. Porque algunos se apresuran, se adelantan. Y algunos no lo atienden, se mueren sin ejercer. Algunos piensan que Dios no los ha llamado. Y algunos creen que se les hizo tarde. Pero no es así. Acuérdate de Moisés. Pasaron 40 años para que Dios lo llamase al Ministerio. Y a los 80 años lo ejerce. Y muere después de 40 años. 40 años estuvo Moisés en el ministerio. Así que estás a tiempo. El hombre coloca límites. Pero en Dios no hay límites. Todo es a su debido tiempo.
Un
tiempo es el llamado a serle fiel. Ahora ejercitando el llamado y el
ministerio. Hay una lucha constante, primeramente, nuestros propósitos no se
alinean a los propósitos de Dios con nosotros. Nuestros intereses obstaculizan
a los intereses de Dios. Dios no puede estar presente cuando ponemos nuestros
intereses por encima de los del.
Por
otra parte, el mal que se avecina constantemente en nuestra vida. Nuestra
misión es después de ser llamados, ser elegidos por Dios. Atendiendo el
llamado. Es siendo fiel a Dios hasta la eternidad. Para ejercer ese llamado
para Dios y no para nosotros, y los hombres. Para que Dios sea glorificado en
medio de nosotros. Debemos colocar primero los intereses de Dios. Apo
17:14
También
existe un tiempo en el llamado a su reino. Después de todo somos hijos de Dios,
llamados a participar con él en su reino. Marc 4:11.
Por
todo lo antes dicho:
¡Cuál
es el momento que vives en tu llamado!
En conclusión. Tenemos varios llamados y se
resumen en los siguientes: Un llamado a seguirle, un llamado a ser semejante a
él. Un llamado a conocerle, un llamado a serle fiel y un llamado a participar
de su reino.
¿En qué momento te encuentras hoy en este
llamado? Si estás apresurado, o te has apresurado, no te preocupes, es momento
de conocerle. Todos llegaremos a su conocimiento, ya sea aquí o en su reino. Si
sientes que perdiste tu tiempo, no te preocupes. ¿Cuánto tiempo te queda?
Empieza desde ahora. Si tu orgullo te embarga, porque has alcanzado muchas
cosas, es hora de humillarte para ser semejante a él. Tienes que ser manso y
humilde de corazón, como lo es él. Nunca es tarde, comienza hoy y no importa el
momento donde te encuentres. Dios es fiel. Te llama a serle fiel. Amalgamado a
él.
Si
estás a punto de partir, tu llamado es participar de su reino. No lo pienses
más, es hora de hacerlo, acércate a Dios y él se acercará a ti. Todos tenemos
el llamado a participar de su reino.
El llamado de Dios se refiere a que eres motivado
por Dios a través de su Espíritu Santo, a cumplir los propósitos que él tuvo en
tu creación. El
llamado de Dios implica: Un llamado a seguirle, un llamado a ser semejante a
él. Un llamado a conocerle, un llamado a serle fiel, un llamado a pelear una
batalla final, y un llamado a participar de su reino.
Estás siguiendo a Jesús o aun no lo has hecho, es
hora de hacerlo. Si has sentido estos llamados de seguirle, de ser como Jesús,
de conocerlo, de ser su embajador, has tenido lucha constante entre tú y el
mal. Piensas en su reino. Te invito a escuchar este mensaje. Te invito a que
oremos.
Oración. Señor tú nos has
llamado, tú que nos guías a la salvación, te queremos seguir y te hemos
seguido, ahora Señor llénanos de tu conocimiento, a través de la lectura de tu
palabra, ayúdanos a no ser ignorantes del conocimiento tuyo. A través de tu
Espíritu Santo. A adquirir el carácter de nuestro Señor Jesús. Y guíanos al
desarrollo del ministerio que tú has derramado en nosotros. Líbranos del mal, y
permítenos serte fiel, al llamado que nos has hecho, hasta tu reino, Señor, en
nombre de Jesús.
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