domingo, 27 de julio de 2025

El Juicio de Dios


Tema: El juicio de Dios.

Titulado: ¿Por qué Dios tiene que hacerme juicio?

Mensaje: ¡Si las personas, familias y naciones respetan su ley! ¿Por qué no respetan la ley de Dios que los creó?

Texto: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” Heb 9:27.

Comenzaremos diciéndoles:

Que el tiempo es corto, sin embargo, estamos viviendo, sin importarnos el tiempo ni que la vida tiene un límite. Porque en cualquier momento morimos inevitablemente.  Cada día que amanecemos con vida, debemos darle gracias a Dios, por un día más de vida. Pero el orden divino no cambia: Tanto el ser humano como todo lo creado, nace, se desarrolla, crece, se reproduce y muere. Dios estableció ese ritmo universal. Así comprendió la revelación de la escritura el apóstol Pablo cuando dijo: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” Heb 9:27.

Por estas razones comprendemos, por tanto, que:

1.           La muerte es inevitable.

2.           La vida es incierta.

3.           El juicio es real.

 

¿Porqué?

1.           Porque todos morimos irremediablemente.

2.           Porque no sabemos cuándo morimos, y qué sucederá después de la muerte.

3.           Dios es justo, actúa con justicia, y estableció leyes, que rigen al Universo. De igual forma rigen la vida del hombre.

 

¿Cómo es esto?

1. El hombre no vive permanentemente en un tubo de ensayos. Vive porque nació una sola vez, muere una sola vez, porque se le fue la vida. Nadie ha regresado de la muerte reencarnado en otra persona, mucho menos en un animal, que no habla. No hay escenas repetitivas, todas son únicas. La evolución es incierta, no hay marcas en el cuerpo del rabo de animales. No hay células más grandes que otras, las mismas permanecen iguales en el cuerpo humano. No hay chispa que traiga a la gente a la vida, mucho menos a la muerte.

2. Si las leyes establecidas en el Universo se distorsionan, o dejan de funcionar, habrá un caos cósmico. Y si el hombre en la tierra y en el mundo dejara de cumplir sus leyes, habrá un caos en la sociedad, como base fundamental de la familia, aumentaría la violencia, porque las intenciones del hombre continuamente piensan el mal.  No habría justicia, y el que se porta justamente, se involucra en el mal.

 

Concluimos diciendo:

Que, dada la importancia, de que el Universo está regido por leyes. Dios también, estableció leyes, para regir la vida del hombre sobre la tierra. Las leyes no benefician como tal a Dios. Benefician la vida del hombre en el planeta tierra. Sin ellas la vida sería un caos. 

 

Aplicándolo a nuestras vidas:

No importa la riqueza, fama o fe: todos pasamos por la muerte. Es el único evento por el que pasa el ser humano, sin que él pueda hacer algo. De igual forma muere un feto, un bebé, un niño, que un adulto o un viejo. Negar o esquivar la muerte no la detiene. La Biblia lo llama “establecido” algo que sucederá. Es inevitable, precisamente porque el primer hombre Adán, no obedeció una palabra que era ley establecida por Dios, para el primer hombre. Todos morimos.

 

Reflexionemos en esto:

La muerte es inevitable. La vida es incierta. El juicio es real.

Ahora, ¿qué culpa tengo yo de que Adán haya pecado? Y por eso todos morimos. Ninguna, pero estás en un cuerpo de muerte, generado por este primer hombre.

Por esta misma razón, Dios establece su pacto. Pacto que fue renovado reiteradas veces. Para devolver al hombre esta vida perdida, por la desobediencia a su palabra. Y volver a darle vida. Pero constantemente transgredieron su pacto. Y no cumplieron su ley. Por eso, a pesar de no cumplir su ley. Últimamente hizo pacto con su Hijo. Pacto irrevocable. Porque habían roto todas las veces su pacto hecho anteriormente.

Por eso, el único motivo de peso de Dios hacer Juicio, es por romper Israel y Judá su pacto, y a las naciones por transgredir su ley. Porque si las personas, familias y las naciones respetan su ley. ¿Porqué, no respetan la ley de Dios? Y todo enfoque profético es de acuerdo al pacto y su obediencia o su transgresión.

En este último pacto que Dios hizo con su Hijo, con su cuerpo y su sangre, la de Jesús. Exige creer en la obra que hizo su Hijo. Como único requisito de no hacer juicio al hombre. Ya que este ha roto su pacto de la ley. Y su hijo la cumplió. Para devolver la vida perdida, por desobediencia a su palabra y a su ley. 

¿Estás dispuesto a aceptar, a cumplir lo establecido por Dios, en su voluntad? ¿De que el juicio lo pasó su Hijo y no tu? ¿Para librarte de la muerte eterna y darte la vida?

 

Oremos:

Señor, perdóname por haber transgredido tus leyes, acepto que la obra que hizo tu Hijo para librarme de la muerte, es el único requisito agradable a ti, que tú me exige, en creer en él. Para que yo no pase por el juicio, después de la muerte, y tú me des la vida eterna en Jesús tu Hijo.

     

 

 


sábado, 19 de julio de 2025

Mi hno. Y el propósito de Dios



Tema: El juicio que hace Dios a Edom

Título: Hermanos de sangre, hermanos de propósito.

Mensaje: “Por haber injuriado a tu hermano Jacob, Edom serás avergonzado”

Texto: Abdías 1:10

El juicio pronunciado contra Edom, fue una denuncia profunda contra un corazón que injurió a su propio hermano, no solo de sangre, sino de propósito. Edom e Israel provenían de un mismo linaje, ambos con un llamado Divino: formar parte del plan de Dios para levantar una nación santa y preparar el camino para que de su generación viniese Su Hijo y Su Reino.

El libro de Abdías relata con profundidad todo este juicio a Edom. Y las razones que expone son las siguiente:

1. Por la injuria a Jacob.

a. 1:10 Por haber injuriado a tu hermano Jacob, serás avergonzado, y dejarás de existir para siempre. Ez 35:12

2. Por haberse portado como sus opresores.

a. 1:11 En el tiempo que entraban por sus puertas, echaban suerte sobre Jerusalén, para quedarse con sus bienes, cuando extraños se llevaban cautivos a su ejército. A pesar de tu estar delante de Jerusalén, y poder ayudarlos, tú también te portabas como uno de ellos.

3. Por no ayudar a su hermano en su calamidad.

a. 1:12 Puesto que tú no debiste haber estado mirando en el día del infortunio de tu hermano, ni debiste haberte alegrado de los hijos de Judá, en ese día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia sobre ellos.

b. 1:13 No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber agarrado sus bienes en el día de su calamidad.

4. Por matar a los que escapaban del exilio.

a. 1:14 Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de su angustia.

“La generación de Edom por su mal proceder con los hijos de Jacob. 10; Jer 49:7-22; Sal 137:7. Pasaron por el juicio de Dios. Dios levanta a todas las naciones para luchar contra Edom. Edom quedó destruida totalmente en última instancia en el primer siglo, en el Imperio Romano, dejando de ser pueblo.

A Edom se le hizo su primer juicio, cuando se les hizo a las naciones, después del exilio de Judá.

Luego en el año 400 a de C. los nabateos, desplazaron a los edomitas de sus tierras. En el tiempo de los asmoneos, después de la revuelta macabea, los echaron de sus tierras y lo obligaron a ser judíos. Por último, la desaparición de Edom como nación y como pueblo es uno de los cumplimientos más claros y completos de una profecía bíblica. Abdías, Jeremías, Ezequiel y otros profetas anunciaron su juicio, y la historia lo confirmó. Ez 35:3-9. Herodes el grande era de la ciudad Idumea, y en la destrucción de Jerusalén, desaparece Idumea. El territorio donde habitaban los Edomitas.

Entre tanto todo el juicio hecho a Edom, se resume en el mal trato que les dieron a sus hermanos. En resumen Abdías lo proclama así:

1. No ayudarle en el infortunio de Jacob.

2. Eras como uno de sus enemigos, en el día de su infortunio.

3. Mirabas la desgracia de hermano y no le ayudaste.

4. Más bien te alegras de que tu hermano quedó en ruina.

5. De paso te jactas de no ser tú el que se perdía y de ser afortunado.

6. Por sus puertas entraste y agarraste sus bienes en el día de su ruina.

7. Al que escapaba del exilio, en la encrucijada lo acechas para matarlo.

8. De igual forma al que quedaba lo entregaste en el día de su angustia.

9. Por toda la injuria levantada a tus hermanos.

“Todo este juicio que se le hace a Edom, es una prueba clara de cómo será el juicio de Dios con respecto al trato que se le da a su hno. En este caso de sangre. También eran hermanos por el mismo propósito que Dios tenía con ellos de hacer una gran Nación para su Hijo, para su reino. Así que no solo eran hermanos de sangre sino de propósito. Parecido a la iglesia de Jesucristo actualmente. Dios ya no juzgará por un juicio de condenación a los que han creído en él, sin embargo, si por un Juicio de méritos. En todo caso al hacer todos estos actos que hizo Edom se niega, que algún momento haya creído o confiado en Dios”

Porque, Edom eligió el orgullo, la ambición y el desprecio. Y lo que Dios revela en Abdías, Ezequiel y Jeremías es claro: Dios observa cómo tratamos a nuestros hermanos, porque la comunión entre nosotros refleja nuestra relación con Él.

La iglesia de Jesucristo hoy también comparte esa doble hermandad: unidos por la fe y por la misión. Dios no juzga con condenación a quienes han creído, pero sí los evalúa en un juicio de méritos, examinando cómo han tratado a los demás con justicia, humildad y compasión.

Cuando negamos al hermano, traicionamos también el propósito de Dios. Así como Edom quedó sin lugar, también nosotros corremos el riesgo de perder la recompensa si vivimos con un corazón endurecido.

Reflexión. Piensa hoy: ¿cómo estás tratando a tus hermanos en la fe? ¿Estás fortaleciendo el propósito de Dios en tu vida y en la comunidad? El juicio no solo revela castigo, sino también una oportunidad para arrepentirse y volver al diseño divino.

Oración “Señor, líbrame de la soberbia que me hace mirar con indiferencia a mi hermano. Ayúdame a honrar el propósito que compartimos en Jesús tu Hijo, con misericordia, unidad y obediencia. Que mi vida sea fiel al llamado que Tú me diste, y que refleje tu amor en cada acción. Amén.”

  

lunes, 7 de julio de 2025

La Duda

 



Tema: La duda.

Título: “El género de la incredulidad”

Tema central: Venciendo la incredulidad. 

Mensaje: La falta de fe nos impide seguir en el camino. 

Texto: Marcos 9:29

 La incredulidad no se vence por métodos, sino a través de una comunión profunda y personal con Dios. Un medio sería la oración y el ayuno. Para que puedas comunicarte doblegando tus deseos, y entregándoles a Dios. ¿Alguna vez has estado en una situación donde tenías el respaldo de Dios, pero dudaste? En Marcos 9:29, Jesús no habla del demonio que no sale, sino de la incredulidad que impide que actuemos con la autoridad que Él ya nos ha dado.

En este sentido, según el verso que acabamos de leer, acotamos que los discípulos tenían la autoridad que Jesús ya les había delegado sobre los demonios, según Mateo 10;1. Sin embargo, ante la presencia del joven atormentado, dudaron. Cuando Jesús les dice “este género no sale sino con oración y ayuno” se refiere a la incredulidad. La oración y el ayuno a que se refiere el Señor, es expulsar la duda de su corazón. 

Por las siguientes razones debemos creer en Jesús sin dudar.

1.      Él te ha llamado.

2.      Ya tienes la autoridad delegada por Dios.

3.      Eres su embajador en la tierra.

4.      Ejercemos la autoridad, el carácter, el poder de Jesús en su presencia. 

¿Por qué en algunas ocasiones me falla la fe?

  1. Si soy llamado a ejercer el carácter, la autoridad está en el poder de Jesús, en el poder de su Espíritu Santo.
  2. Estoy viviendo una fe que descansa en la autoridad, el carácter y poder que Jesús ya me ha entregado
  3. ¿Porque estoy dudando, que debo cambiar, cuáles áreas de mi vida necesitan más comunión con Jesús? Acaso dudo del llamado que me ha hecho ser igual a él, a hacer lo que él hizo. Lo que me ha ordenado hacer.
  4. ¿Estoy dejando que la duda me domine, y no que me domine la confianza absoluta en Jesús y su poder sobre los demonios? 

En consecuencia:

Así como les pasó a sus discípulos que no pudieron expulsar el demonio. Puede ocurrir en algunos momentos de nuestra vida.

Porque.

Así como Jesús les dice a sus discípulos que no pudieron expulsar el demonio por su poca fe. En Mateo 17:20. Ahora les digo, que ese género de falta de fe o incredulidad no sale sino con oración y ayuno. Es para doblegar su espíritu al de Dios y recibir la confianza que necesitan en Dios. Santiago el hno., de Jesús, nos dice el que está falto de fe pida, y lo recibirá. 

En otras palabras: el problema no era el demonio como tal, sino el estado espiritual de los discípulos, y Jesús les está enseñando que a través de doblegarse sometiendo su vida a ayuno y oración, el concederá la fe en él, para poder ejecutar la autoridad que él les ha delegado en su presencia. En algunos momentos hay que pedir a Dios que nos ayude en la fe.

Jesús estaba allí, presente. La autoridad sobre los espíritus malignos ya había sido dada a los discípulos. Sin embargo, fallaron por falta de fe, no porque el demonio fuera “especialmente resistente” que solo sale con ayuno y oración. Porque no vemos a Jesús orando y ayunando por esto. Jesús ejercía la autoridad que tenía en el poder de su Espíritu Santo. Así que no los indica.

Entonces, cuando Jesús dice “este género no sale sino con oración y ayuno”, está refiriéndose a la incredulidad, la dependencia humana de confiar en Dios, la falta de comunión con el Padre, en cuanto a creer en la autoridad ejercida por su Hijo Jesús. 

Porque el demonio o la entidad, no sale con oración y ayuno, sino con la fe de saber que en la presencia de Jesús que estaba con ellos, estando Jesús en la escena, solo con su autoridad, poder y carácter sale. Ellos estaban allí con Jesús. Y no creían.

Jesús nunca tuvo que ayunar para expulsar demonios, su autoridad estaba clara.

La oración y el ayuno no eran herramientas mágicas, sino una forma de doblegarse a Dios sin dudar.

En ese sentido, el “género” que necesita salir no es el demonio, sino la incredulidad arraigada que impide a los discípulos actuar con fe.

Concluimos que a ellos les faltó creer en esa autoridad que ya Jesús les había delegado, y no la ejercieron en fe. sino que dudaron. “La autoridad ya les había sido dada, pero no la ejercieron en fe; dudaron.” Es lo que se conoce con el Rema de la palabra. Decir una palabra en fe. El demonio no sale por la palabra. Sino que tu ejerces fe, al creer en esa palabra. Es decir: La orden es, en su nombre echarán fuera demonios. Estando presente Jesús en medio de nosotros. Porque donde están dos o más él está presente. En su autoridad, en su carácter, en su poder, los demonios se van. Están bajo sus pies. Efesios 1:2. 

             En la vida espiritual, a veces tenemos la autoridad, el llamado, la promesa, pero nos falta una cosa: creer en Jesús. Poner nuestra mirada en él. Nos encontramos ante desafíos que no se resuelven con técnicas ni frases bíblicas. Jesús nos recuerda que no se trata de expulsar al demonio, sino de vencer la incredulidad que nos impide actuar como hijos de Dios, y sus embajadores en la tierra. Hay batallas que se ganan no por fuerza, sino por comunión con Dios. Nos encontramos a veces, así como los discípulos intentan liberar a un joven atormentado, pero no lo logran. Jesús les señala que su falta de fe les impidió actuar, y que este tipo de incredulidad sólo se vence por una vida de oración y ayuno, de confianza en él. No se trata del tipo de demonio. Se trata del tipo de duda. El “género” del que habla Jesús es la incredulidad incrustada, esa que nos paraliza, aunque tengamos la promesa. Jesús estaba presente, la autoridad ya había sido dada, pero ellos no creían lo suficiente para ejercerla. La oración y el ayuno no expulsan demonios. En ella Dios nos da la fe para expulsar nuestra duda. Y ya sin duda podemos expulsar los demonios en su nombre. Imagina a alguien que tiene las llaves de su casa, pero duda de que pueda abrir la puerta. Así estaban los discípulos: tenían autoridad, pero no la usaron porque no creían. La oración y el ayuno, es una alternativa para pedir con fe a Dios, para que creemos lo que ya él nos ha dado. 

Otro ejemplo: Un médico con las herramientas correctas frente a un paciente, pero sin seguridad en su diagnóstico, no conoce qué instrumentos utilizar, no actúa con eficacia. Lo mismo ocurre con la vida espiritual. Si no ejercemos la fe en la autoridad, carácter, y poder de Jesús presente con su Espíritu Santo no lo lograremos. 

1.      El llamado de Dios se ejerce creyendo en la fe.

2.      Los demonios solo saldrán creyendo en la autoridad, el carácter y poder de Jesús sobre ellos. Están bajo sus pies. Ellos no tienen autoridad ni sobre ti, ni sobre las personas, porque la autoridad de Jesús está en ti. 

3.      Ejerce esa autoridad, creyendo que él está presente a tu lado, para hacerlo hoy, como lo hizo con sus discípulos. 

4.      Tú tienes la autoridad ejercerá en fe. 

Oremos “Señor, no quiero caminar bajo la incredulidad, siendo que Tú ya me has dado. Tu eres mi luz. Ayúdame a vivir una fe activa, fortalece mi fe, ayuda a mi fe, aumenta mi fe. Señor Jesús, reconozco que a veces tengo la palabra, la promesa y la autoridad, pero me falta la fe para activar esa fe. Líbrame de la incredulidad que me impide ver tu poder y confiar en ti. Fortalece mi fe. Hazte presente cada vez que clame a ti. En el nombre de Jesús, amén.



martes, 24 de junio de 2025

El llamado de Dios.


El llamado de Dios.

Existen varios llamados de Dios.

¡Cuál es el momento que vives en tu llamado!

    Según Apocalipsis 17, 14. Nos habla del fin del llamado de Dios. Nos dice: Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá. Porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados, elegidos y fieles. Pongan atención a lo que dice este verso del apocalipsis. Llamados, elegidos y fieles.   

    Cuando sentimos un ardiente fervor por la palabra de Jesús. Y nos acordamos que Él nos condujo a aceptar su amor. Ese amor incomparable, incomprensible, persistente en nuestro corazón. Y por más tiempo que pase, ese amor crece aún más. Nos hace necesitarlo. Y llega el momento de decirle aquí estoy Señor Jesús. ¿Qué quieres de mí?

    El llamado de Dios es de suma importancia. Por eso nos admiramos al decir: ¡Cuál es el momento que vives en tu llamado! Por las siguientes razones debemos conocer los llamados de Dios. Y preguntarnos:

¿Para qué nos llama Dios?

Según la palabra de Dios:

Primero: Para salvarnos.

Segundo: Para ser semejante a él. 

Tercero: Para que seamos sus embajadores aquí en la tierra.

Cuarto: Para pelear una batalla. 

Quinto: Para que estemos en su reino con él.

En resumidas cuentas:

¿Cuáles son los llamados de Dios? 

Nos llama a ser salvos a través de él. 

Nos llama a ser semejante a él.

Nos llama a ser sus embajadores.

Somos llamados a pelear una batalla constantemente contra el mal.

Nos llama a que estemos con él en su reino.

¿Cómo sabemos si somos llamados por Jesús?

  Debemos nacer de nuevo. Debe haber un cambio, una transformación constantemente en nuestra mente y corazón. 

   El propósito principal, que Dios tiene es ser guiado por su Espíritu Santo constantemente, para que seamos como él.

   Cuando sentimos el deseo de participar como colaboradores de su reino, debemos saber que somos sus embajadores aquí en la tierra.

     Constantemente experimentamos una batalla contra el mal. Somos ejercitados para pelear una batalla final. Somos la sal y la luz de la tierra. Estamos invitados a conservar y preservar el mundo. Según nos anunció Jesús. 

   Por todo lo antes mencionado, somos hijos de Dios, y estamos llamados a participar con él en su reino. 

¿En qué momento nos encontramos nosotros entre estos llamados?

¡Cuál es el momento que vives en tu llamado!

Existe un tiempo del llamado a seguirle. Cuando aceptamos a Jesús como salvador, somos llamados a seguirle, este es el primer llamado. En el cual, podemos pasar poco o mucho tiempo, hasta que logramos comprender, cómo nos salvó y que es él, es el único que nos puede salvar. No hay otro camino, no hay otra forma. No hay para donde agarrar. Estamos convencidos que Jesús es la justicia de Dios, nos ha salvado del juicio de Dios. Nos ha convencido de pecado, justicia y juicio. Juan 16:8.

Existe un tiempo del llamado a ser semejante a él. El segundo llamado es adquirir el carácter de Cristo. También podemos pasar poco y muchos años en esto. Dios quiere que seamos semejantes a él. Según nos dice: Primera de Juan 3,2. Para esto recibimos la guía de su Espíritu Santo. 

  Hay un tiempo en el llamado a conocerle. Aquí nos está llamando a ser colaboradores, a participar en sus propósitos, para que seamos sus embajadores. Hay un momento de preparación. En el conocimiento de Dios. Si resistimos al Espíritu. Dios lo hace constantemente hasta que comprendemos que este llamado es de Dios. Cada quien sabe cómo lo guía Dios. En su multiforme manera de realizar las cosas, él insiste. Pero tú tienes una participación. Debes buscar su conocimiento.

    ¿Cómo lo hace Dios para que lo comprendas? Coloca un sentimiento en tu mente. Lo que constantemente piensas hacer, investigas, estudias, indagas de Dios. Lo que se te ocurre, lo que te preguntas, lo que te gusta leer en la Biblia. Lo que te sucede y no superas. O lo superas con su ayuda. Eso es, por allí es donde Dios te guía. Puede ser que te lo confirme a través de un profeta. O a través de ti mismo si te ha llamado a ser profeta. Pero no sucede igual a todos. En esta preparación, hay una estrecha relación con el estudio sistemático de la Biblia. Debes leer constantemente la Biblia. Debe haber un ordenamiento al ministerio y debes ejercitarte en el Ministerio. 

    Esta etapa es de suma importancia. Porque algunos se apresuran, se adelantan. Y algunos no lo atienden, se mueren sin ejercer. Algunos piensan que Dios no los ha llamado. Y algunos creen que se les hizo tarde. Pero no es así. Acuérdate de Moisés. Pasaron 40 años para que Dios lo llamase al Ministerio. Y a los 80 años lo ejerce. Y muere después de 40 años. 40 años estuvo Moisés en el ministerio. Así que estás a tiempo. El hombre coloca límites. Pero en Dios no hay límites. Todo es a su debido tiempo.

    Un tiempo es el llamado a serle fiel. Ahora ejercitando el llamado y el ministerio. Hay una lucha constante, primeramente, nuestros propósitos no se alinean a los propósitos de Dios con nosotros. Nuestros intereses obstaculizan a los intereses de Dios. Dios no puede estar presente cuando ponemos nuestros intereses por encima de los del. 

     Por otra parte, el mal que se avecina constantemente en nuestra vida. Nuestra misión es después de ser llamados, ser elegidos por Dios. Atendiendo el llamado. Es siendo fiel a Dios hasta la eternidad. Para ejercer ese llamado para Dios y no para nosotros, y los hombres. Para que Dios sea glorificado en medio de nosotros. Debemos colocar primero los intereses de Dios. Apo 17:14  

        También existe un tiempo en el llamado a su reino. Después de todo somos hijos de Dios, llamados a participar con él en su reino. Marc 4:11.

        Por todo lo antes dicho:

        ¡Cuál es el momento que vives en tu llamado!

En conclusión. Tenemos varios llamados y se resumen en los siguientes: Un llamado a seguirle, un llamado a ser semejante a él. Un llamado a conocerle, un llamado a serle fiel y un llamado a participar de su reino. 

¿En qué momento te encuentras hoy en este llamado? Si estás apresurado, o te has apresurado, no te preocupes, es momento de conocerle. Todos llegaremos a su conocimiento, ya sea aquí o en su reino. Si sientes que perdiste tu tiempo, no te preocupes. ¿Cuánto tiempo te queda? Empieza desde ahora. Si tu orgullo te embarga, porque has alcanzado muchas cosas, es hora de humillarte para ser semejante a él. Tienes que ser manso y humilde de corazón, como lo es él. Nunca es tarde, comienza hoy y no importa el momento donde te encuentres. Dios es fiel. Te llama a serle fiel. Amalgamado a él. Si estás a punto de partir, tu llamado es participar de su reino. No lo pienses más, es hora de hacerlo, acércate a Dios y él se acercará a ti. Todos tenemos el llamado a participar de su reino.

El llamado de Dios se refiere a que eres motivado por Dios a través de su Espíritu Santo, a cumplir los propósitos que él tuvo en tu creación. El llamado de Dios implica: Un llamado a seguirle, un llamado a ser semejante a él. Un llamado a conocerle, un llamado a serle fiel, un llamado a pelear una batalla final, y un llamado a participar de su reino. 

Estás siguiendo a Jesús o aun no lo has hecho, es hora de hacerlo. Si has sentido estos llamados de seguirle, de ser como Jesús, de conocerlo, de ser su embajador, has tenido lucha constante entre tú y el mal. Piensas en su reino. Te invito a escuchar este mensaje. Te invito a que oremos. 

Oración. Señor tú nos has llamado, tú que nos guías a la salvación, te queremos seguir y te hemos seguido, ahora Señor llénanos de tu conocimiento, a través de la lectura de tu palabra, ayúdanos a no ser ignorantes del conocimiento tuyo. A través de tu Espíritu Santo. A adquirir el carácter de nuestro Señor Jesús. Y guíanos al desarrollo del ministerio que tú has derramado en nosotros. Líbranos del mal, y permítenos serte fiel, al llamado que nos has hecho, hasta tu reino, Señor, en nombre de Jesús.